Bocados sin caries
Cuida su alimentación para una boca sana. Casi la totalidad de los problemas bucodentales de los adultos se pueden prevenir y muchos de ellos son consecuencia de unos hábitos incorrectos durante la infancia.
Indice
El cuidado de la boca desde pequeños
Una buena higiene y una alimentación que favorezca la salud dental desde pequeños es la clave para una sonrisa de cine
Tanto los padres como los profesionales sanitarios buscan lo mejor para los niños, sin embargo en ocasiones, determinadas acciones, en principio beneficiosas, entran en conflicto y se convierten en nocivas si se modifica la forma de llevarlas a cabo. Es el caso de la alimentación. Nadie duda de los innumerables beneficios de la lactancia natural, si bien, realizada a demanda y especialmente por la noche, puede dar lugar a peligrosas caries. Otro ejemplo muy frecuente es la costumbre de impregnar el chupete con sustancias dulces provocando una erosión dentaria importante.
Por ello para contar con una buena salud bucal es imprescindible que, no sólo los profesionales, sino los padres, estén atentos a los cambios de costumbres de sus hijos con el fin de corregir cualquier hábito que ponga en peligro la salud de los pequeños.
“Sin querer alarmar a los padres con rotundas afirmaciones causa-efecto, porque no siempre un hábito causa la patología esperable, es nuestro deber advertir de los alimentos y hábitos dañinos para los dientes, con el fin de poder educar a los niños en prevención y salud, dice la Dra. Bárbara García, odontóloga.
Los enemigos de la salud bucal
Desde la lactancia
Ya durante este periodo de su vida, un niño corre el riesgo de padecer o desarrollar enfermedades en la cavidad bucal.
Cuando el bebé mama los labios y la encía rodean el pezón, la lengua se sitúa en el suelo de la boca para succionar. Después la mandíbula y la lengua se elevan para comprimir el pezón contra el paladar y obtener el alimento. Todo esto supone una gran actividad de los músculos faciales. Con la alimentación con biberón la lengua permanece baja y los labios no comprimen la tetina. Es decir, apenas hay acción muscular, con lo que es probable que la succión se pierda. Muchos expertos afirman que al no producirse fatiga muscular, se favorece la permanencia de succión no nutritiva o aparición de respiración bucal, con los perjuicios que esto supone.
Incluso si el bebé se nutre exclusivamente de leche materna, encontramos los primeros peligros. Tanto la leche materna como los preparados artificiales contienen hidratos de carbono, en forma de lactosa, por lo tanto ambos pueden favorecer la aparición de caries. “No hay que olvidar que la leche materna contiene elementos azucarados que podrían provocar una desmineralización del esmalte. Pero evitarlo es muy fácil. Únicamente hay que añadir las medidas preventivas de higiene de la cavidad oral después de cada toma” indica la odontopediatra Camila Palma.
En la alimentación con leches comerciales las variaciones estarán en función de la cantidad y composición del preparado, pero ésta es constante durante toda la toma. La leche natural de la madre sin embargo sufre variaciones a lo largo del tiempo para ajustar los nutrientes a las necesidades el niño, de forma que la cantidad de lactosa aumenta a partir del décimo mes. Además, la composición de la leche cambia desde el principio de la toma, siendo al final más rica en grasa y por lo tanto con más capacidad “limpiadora”.
La lactancia a demanda, sea natural o artificial, tiene un efecto nocivo para la salud bucal, que conviene vigilar. Aunque la leche materna cuenta con elementos protectores frente a la caries producida por la lactosa, no son suficientes para hacer frente al descenso continuo del pH de la boca producido por el aporte de pequeñas cantidades de leche, que además, es la de mayor contenido en carbohidratos. En las caries producidas por alimentación a demanda, la magnitud de la destrucción es importante tanto en el número de piezas afectadas como por la velocidad en que se desarrollan, lo que hace pensar a muchos padres que los dientes salen cariados o con algún defecto. ¿La solución? Prestar suma atención a su higiene bucodental desde el principio. “La instauración temprana de una higiene bucal correcta, además de la modificación del hábito que está resultando nocivo, es la mejor forma de prevenir el daño”, aconseja la Dra. García.
Impacto de la introducción alimentación sólida
Alrededor de los seis meses la alimentación se diversifica y se agrava la situación. Es importante que el niño incorpore, progresivamente, los alimentos sólidos a partir del momento en que empiezan a erupcionar los dientes. Esto tiene un efecto beneficioso para el desarrollo de la oclusión correcta. “La masticación, explica la Dra. García, origina un desgaste moderado y progresivo en los dientes temporales que es necesario para el ajuste de la mandíbula. Los niños que se alimentan sólo de comida triturada no tienen ese desgaste ni realizan el trabajo muscular adecuado por lo que podrán desarrollar una mala oclusión, que en un futuro requerirá tratamiento”.
Por otro lado al empezar a ingerir azúcares refinados y alimentos de consistencia blanda y pegajosa, éstos, debido a su consistencia, permanecen más tiempo en contacto con la superficie dental y el ataque bacteriano se prolonga. La experiencia demuestra que un porcentaje muy elevado de niños mantienen, al menos parcialmente, una alimentación blanda más tiempo del deseable.
Igualmente el peor momento para el consumo de estos alimentos es, sin duda alguna, la noche, de ahí la importancia de que se realice un buen cepillado antes de ir a dormir.
La costumbre de poner azúcar en el chupete, -desgraciadamente aún arraigada en ciertas familias- resulta enormemente perjudicial. La destrucción que se produce, tanto en los dientes como en las muelas, es rápida y muy agresiva. Se origina, también, cuando se añaden alimentos edulcorados al biberón, entre ellos zumos de frutas, manteniéndose durante horas en la boca del niño. Es lo que se denomina síndrome de caries de biberón. El desgaste químico que provocan los zumos por el contacto frecuente del esmalte con éstos, sean naturales o industriales, hace que la superficie sea propicia para la colonización de las bacterias que provocan la caries.
Además de hacer que el niño mastique, hace falta quitar los restos de comida con el cepillado. Asimismo es conveniente no abusar del zumo y sustituirlo por agua. Si la ingesta se produce además con biberón, habrá que enseñarle y acostumbrarle a beber en vaso como debe saber hacer a partir del año de edad.
A partir de los tres años
A esta edad comienza la socialización del niño. Empieza a ir al colegio, a relacionarse con otros compañeros, deja de comer en casa y altera sus horarios y dieta regular. En esta fase, es cuando más se intensifican los hábitos no nutritivos en los niños como son el consumo de chucherías, bollería, refrescos o bebidas azucaradas.
Los zumos, también a esta edad, tienen su riesgo. Es un tema controvertido socialmente. Se tiene la idea de que son importantes para la alimentación del niño y para su hidratación, pero en lo que a salud oral se refiere, no es así, ya que el contenido en azúcares es muy elevado. Bañan la cavidad oral favoreciendo el desarrollo de caries de forma rápida y extensa.
La información nutricional es tan importante como las instrucciones de una buena higiene oral que nunca debemos descuidar, al igual que la visita al dentista, como mínimo, dos veces al año.
Fuentes: DEN Clínica Dental. Clínica Dental Ferrocarril (Madrid)
Fecha de actualización: 23-05-2020
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