Niños caprichosos: Cómo actuar
¡Quiero esto! ¡…y esto …y esto! Tiene un montón de juguetes pero quiere uno nuevo. Le has dicho mil veces que no y sigue pidiéndote más y más cosas alegando como argumento que lo tiene su amigo Luis y ella no.
Indice
- ¿Qué hace a un niño caprichoso?
- Cómo actuar ante un capricho
- Saber decir no a un niño caprichoso
- Cómo actuar ante un capricho
“Mamá ¿me compras esto?” “Vale, pero cállate ya y es lo último que te compro”. Esta escena es la realidad diaria de muchos padres que quieren satisfacer a su hijo para que no continúe pidiendo, pero la experiencia nos demuestra que el niño no sólo no va a dejar de pedir sino que está reforzando unos códigos de conducta con los que otorga al llanto y a las rabietas un sentido de pedido.
El niño es un ser demandante. Desde que nace está pidiendo: pide comida, que se les cambie el pañal, que se les atienda... Y a medida que vaya creciendo seguirá demandando más allá de sus necesidades reales y de lo que puedas satisfacer. Por eso será infructuoso tratar de complacerle comprándole todo lo que te pida, ya que creará nuevas necesidades y siempre querrá más.
¿Qué hace que un niño sea caprichoso?
La obsesión de los niños por adquirir cosas puede resultar realmente terrible, sin embargo muchos expertos coinciden en que esta conducta, común en la mayoría de los niños desde de los 2 años, es consecuencia de dos factores de desarrollo positivos. En primer lugar, su imaginación está floreciendo, lo que es fantástico excepto por el hecho de que les hace más vulnerables a la publicidad. Si ve un niño jugando con un coche en televisión, no tardará en imaginarse lo bien que se lo pasaría con ese juguete si lo tuviera. Por otro lado, tu hijo está comenzando a socializarse y al reunirse con otros niños para jugar comparará inevitablemente juguetes, ropa y cualquier cosa que posea con el resto de compañeros. Después te pedirá que le compres lo mismo a él.
Juan Pedro Valencia, psicólogo especializado en desarrollo infantil apunta que “aunque es absolutamente normal que en un periodo de la vida de un niño aparezcan los denominados caprichos, les guste mandar o salirse con la suya, en ocasiones esta conducta se mantiene en el tiempo y se convierte en la forma habitual de conseguir lo que quiere y de interaccionar con el ambiente que le rodea. No debemos permitir por lo tanto que esta normalidad se convierta en la norma segura para obtener lo que desea. En cierto modo con estos retos nos está pidiendo que le pongamos límites. Es necesario que aprenda desde el principio que no se puede obtener todo lo que quiera.”
¿Qué hace a un niño caprichoso?
Todo el ambiente en el que vive el niño influye y determina su comportamiento, pero no debemos olvidar, precisa Juan Pedro Valencia, que “los padres somos modelos y nuestra forma de actuar será lo primero que adopten. Somos su primer ejemplo y un referente seguro para ellos. Aunque también la publicidad, la televisión y los valores sociales predominantes influyen sobremanera en nuestros hijos, inundándolos con mensajes atrayentes, ejerciendo sobre ellos gran presión social ya desde temprana edad y provocando la sensación de que esos modelos egoístas, caprichosos y materialistas que suelen ver en los programas de televisión son la referencia más eficaz para conseguir las cosas”.
Saber decir no a un niño caprichoso
Ceder ante las exigencias de los niños puede ser muy tentador. Superados por el cansancio, los sentimientos de culpa o con la paciencia totalmente agotada podemos satisfacer los caprichos de los niños escudándonos en la creencia del “ya tendrá tiempo para aprender”, pero quizás cuando llegue ese “tiempo” ya sea tarde.
El remedio está en la prevención. Desde que nacen, los niños están en un continuo proceso de aprendizaje, por lo tanto es conveniente ser consciente de educar desde el principio, dando ejemplo coherente, constante y preciso. Cediendo con frecuencia sólo le enseñarás cómo ser perseverante. Aprende a decir no y no te sientas culpable por ello. Es necesario enseñarles que no todo se puede conseguir simplemente con pedirlo y mucho menos haciéndolo de formas inadecuadas (lloros, rabietas, etc.), ya que bajaría el límite de su nivel de tolerancia al mínimo y su capacidad de frustración, lo que acabaría redundando en el futuro inmediato del niño y a más largo plazo.
Cómo actuar ante un capricho
- Es importante no premiar ciertos comportamientos inadecuados en forma de risas o de gracia. A veces son realmente graciosos con sus actos, pero si son inadecuados, por muy simpáticos que parezcan, es mejor que no le prestes atención, y si te cuesta aguantar, sal de la habitación y ríete fuera para que no vea que recibe una recompensa agradable por ello.
- Cuando realice una conducta inapropiada lo mejor es ignorarla. Si manifiesta rabietas o pataletas se vuelve aún más aconsejable esta norma, que puede complementarse con algunas técnicas como el “Tiempo fuera” (consistente en llevar al niño a un habitación donde no pueda jugar ni divertirse durante un tiempo razonable, que coincide con la finalización de la conducta problemática) o el proponerle alguna actividad incompatible con la que está realizando y que ha promovido la rabieta. No obstante, estas técnicas deben usarse con cuidado y ser consultadas con un profesional que pueda evaluar correctamente la mejor forma de aplicarla en cada caso concreto.
- Pon límites claros y precisos estableciendo normas básicas y manteniendo tu palabra. Un ejemplo: antes de salir a la compra con él dile que sólo vais a comprar lo que esté apuntado en la lista y no cedas cuando lloriquee. Si lo haces sabrá cuál es su mejor arma para conseguir sus deseos. Reconoce su frustración diciéndole que sabes que está triste, pero mantente firme en la negativa a su capricho. Ellos tienen mucha paciencia, son insistentes y a veces es duro contenerse, pero si estás una hora sin ceder a sus demandas y al final de ese tiempo lo haces, para ellos será como si tan sólo hubiesen pasado unos minutos y habrás echado a perder todo el esfuerzo invertido.
- La unión hace la fuerza. Ambos progenitores debéis estar de acuerdo tanto en la forma como en el modo de actuar para evitar que el niño se refugie en uno u otro logrando así “salirse con la suya”.
- Fíjate cuando se está comportando bien y en ese momento préstale atención y házselo saber premiándole mediante cariños, halagos o frases que le satisfagan.
- Incúlcale el placer de compartir. Ayuda a tu hijo a recoger sus juguetes e intenta que no acumule muchos, especialmente los que ya no use. Dile que los vais a donar a una asociación benéfica; así conocerá que hay otros menos afortunados que él y le ayudará a apreciar las cosas que tiene.
- Explícale la diferencia entre querer y necesitar.
- No le sobornes para que se porte bien. Si le dices “si te portas bien te compro un helado” sólo conseguirás que se habitúe a los regalos y se vuelva insensible a ellos. A partir de entonces los sobornos tendrán que ser cada vez mayores.
En resumen, decir que no a un niño debe hacerse tal y como le dices “sí”, esto es, con cariño, sin alterarte ni dejarte arrastrar por sus posibles reacciones, diferentes ante un “sí” que ante un “no”. Manteniéndote firme en la decisión tomada te facilitará pensar antes la respuesta que vas a darle a su petición. Una vez decidida sostenla hasta el final; procura que el “no” sea consecuente con la petición y que no obedezca a tu estado anímico sino a la situación concreta: no le contestes “no” porque estés enfadado, cansado o por situaciones o comportamientos anteriores.
Fuentes: Juan Pedro Valencia, psicólogo. Psifeval 654991442. 656279547.
Fecha de actualización: 16-05-2020
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